Manuel Pérez y Javier Cirujano, la iglesia y el conflicto colombiano
En 1949 dos amigos estudian en la Universidad Nacional de Colombia para ser abogados, se llamaban Gabriel García Márquez y Camilo Torres. Los dos abandonaron la carrera y se dedicaron su verdadera vocación. García Márquez llegó a lo más alto de la literatura, Camilo Torres abandonó la carrera y a su novia por el sacerdocio. Se ordenó sacerdote y trabajó para los más pobres de Colombia siendo un precursor de la teología de la liberación.
En los años 60, América Latina era un territorio de golpes de estados y revoluciones. Unos estudiantes colombianos liderados por Fabio Vásquez llegaron a Cuba en 1962 becados por el Comandante Fidel Castro. Para que pudieran comprobar los avances sociales de la Revolución, recibieron adiestramiento en la sierra sobre técnicas guerrilleras.
Dos años después volvieron a Colombia y fundaron el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Mientras, Camilo Torres había fundado la primera facultad de Sociología del país apoyado con capital Norteamericano temerosos de la expansión de la revolución cubana al resto del continente. Además fue fundador del movimiento social Frente Unido dedicado también a combatir la pobreza.
Ni el sacerdocio, ni la fundación de la facultad de sociología ni su movimiento social cumplieron los objetivos que se marcó Camilo. En ese momento es cuando conoce a Fabio Vásquez. Camilo abandona todo y se alista en el ELN dándole una dimensión nacional a la guerrilla que llevaba poco tiempo activa. Camilo Torres se erige en uno de sus líderes creando la primera guerrilla cristiana-marxista dedicada a combatir la pobreza con las armas. En el primer combate contra el ejército colombiano en 1966 también será el último. Camilo Torres muere de un disparo convirtiéndose en un mártir de la causa que atrae a muchos simpatizantes de la guerrilla.
Años atrás, en la España franquista de los seminarios salen los curas-obreros. Quieren estar en contacto directo con la realidad social y que muchos problemas causaron a la jerarquía eclesiástica adepta al régimen. Entre ellos estaban el extremeño Javier Cirujano Arjona y el aragonés Manuel Pérez. Ambos llegaron a Colombia a principios de los 60 aunque con formas distintas de combatir la pobreza. Javier Cirujano llegó a Colombia en 1964 y se asentó en Los Montes de María. Una región selvática y montañosa del caribe colombiano donde desde el principio ayudó a sus pobladores, contribuyó a la comunidad, realizó sus labores pastorales celebrando decenas de miles de bodas, bautizos o comuniones.
Construyó 2 institutos, 5 escuelas y hasta un colegio técnico de música. Levanto con sus manos la iglesia San Jacinto, templo que el mismo diseñó. El padre Javier caló hondo en una región deprimida dando lo mejor de sí mismo y siendo todo un ejemplo de cura comprometido con la sociedad.
En 1966 Jose Manuel Pérez es ordenado sacerdote en Roma por Papa Pablo VI para orgullo de Alfamén, el pueblo zaragozano de donde salió con 12 años para entrar en un seminario. El primer destino del padre Pérez fue una parroquia de Getafe (Madrid). Estuvo 3 años donde ayudaba a la población junto a dos curas también recién ordenados, Jose Antonio Jiménez y Domingo Laín.
Los tres curas eran un equipo que querían vivir entre los más pobres. Así que marcharon a las afueras de Paris, a una zona llena de emigrantes españoles, portugueses y africanos. También fueron a Bruselas, donde comprobaron la duras condiciones de vida de los emigrantes que trabajaban en las minas de carbón. Los tres amigos querían ayudar en regiones más pobres y cruzaron el Atlántico con destino a la República Dominicana. Una zona muy deprimida de población negra. Al tener unas homilías bastantes “rojas”, la Iglesia dominicana decidió que saliesen del país antes de ser expulsados por el régimen del dictador derechista Trujillo, y partieron para Colombia.
En su nuevo destino se asentaron en Cartagena de Indias, la ciudad turística por excelencia. En Cartagena había grandes hoteles de lujo y un centro histórico colorido de casas coloniales. También barrios de chabolas cerca de ciénagas de aguas podridas. Es en este ambiente donde se instalan los curas españoles, no muy lejos de donde se estableció el padre Javier Cirujano. Viendo la pobreza de sus gentes y habiendo oído hablar del padre Camilo Torres, se unen al grupo de Golconda donde firman un manifiesto.
Esta asociación de curas de Colombia trabajaba siguiendo la doctrina de la Teología de la liberación. La radicalización de algunos de sus miembros que quieren seguir un camino de lucha revolucionaria pone en alerta al gobierno colombiano. Éste expulsa del país a todos los curas extranjeros del grupo. Manuel Pérez, Domingo Laín y Juan Antonio Jiménez deciden volver a Colombia clandestinamente pero ya no como sacerdotes, sino para integrarse en el grupo en el que había formado Camilo Torres, el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
En el interior de la selva colombiana se convierten en curas guerrilleros. Usando más el fusil que la cruz, combaten contra el ejército donde matan y ven morir a sus compañeros. El primero en caer es Juan Antonio Jiménez, que no resiste las largar marchas a las que son sometidas las guerrillas. Pocos años después, en 1974, el cura Domingo Laín cae en una batalla en Antioquia. En su honor uno los frentes de guerrilla del ELN lleva su nombre.
El último superviviente de los 3 curas aragoneses es Manuel Pérez. Tras una batalla se produce una desbandada y queda solo. Huye a través de la selva durante varios meses y se salva gracias a que le ayuda un campesino de nombre Policarpo. A partir de ese momento ese será su apodo y con el tiempo, Manuel Pérez se convertirá en el comandante Policarpo.
Estuvo a punto de ser fusilado por el mando del ELN por atreverse a criticarlos por sus privilegios del que se salva en el último momento conmutándole la pena por la expulsión temporal. Años después, ya en el poder, el comandante Policarpo mandará ejecutar a estos mandos.
uando Manuel Pérez asume el poder en el ELN ordena más de 500 atentados contra oleoductos causando desastre ecológico que llega hasta nuestros días. Amplia los frentes de guerra, fusila a los disidentes y aumenta los ataques contra militares para también contra civiles. Entre estas víctimas se encuentra el obispo de Arauca, torturado y asesinado por el ELN en 1986 y que la valió la excomunión a Manuel Pérez “Policarpo”.
Mientras todo esto ocurre, el padre Javier Cirujano protesta en sus homilías contra las guerrillas, poniéndolo en el punto de mira. El valiente cura extremeño nunca quiso protección policial ni militar, por lo que era un objetivo fácil. Manuel Pérez siempre dejó claro al ELN que respetasen al cura Cirujano, que llegó a mediar para librar a un secuestrado por el ELN. Ese respeto no le tenían otras guerrillas como el grupo Caraballo que en la zona actuaba bajo el nombre de frente Francisco Garnica Narváez. Uno de los comandantes de este frente, Julio Vega, decide acusar al padre Cirujano de colaborar con los paramilitares en el secuestro y asesinato de un jefe de su guerrilla, por lo que decide ejecutarle. El 29 de mayo de 1993 secuestran al padre Javier Cirujano, lo someten crueles torturas y lo asesinan.
No pasan ni dos días cuando Julio Vega se da cuenta del error que ha cometido, saca un comunicado No pasan ni dos días cuando Julio Vega se da cuenta del error que ha cometido. Saca un comunicado acusando al ejército colombiano de asesinar al sacerdote, pero estos demuestran que ha sido Julio Vega, al que ponen en busca y captura. La cúpula del frente Francisco Garnica también hace un juicio interno, por lo que Julio Vega tiene que huir de sus antiguos compañeros a la selva hasta que varios meses después es capturado, o se entrega, a las fuerzas de seguridad.
Poco a poco las guerrillas empiezan a desmovilizarse. Unos años después, en 1998, Manuel Pérez autoriza a busca la paz en un preacuerdo en Madrid entre el ELN y el gobierno colombiano. Una semana después, el antiguo cura de Alfamén y líder de la guerrilla muere de hepatitis C en algún punto de la selva colombiana cerca de Santander.
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