Osio, El cordobés que expandió el cristianismo

Osio de Córdoba es una figura muy importante, aunque desconocida, en el mundo cristiano. Considerado uno de los padres de la Iglesia, gracias a su labor el cristianismo pasó de ser una religión con pocos adeptos a ser la oficial del imperio romano.

Osio nació en Córdoba en el año 256 y con 38 años fue nombrado obispo de su ciudad. Dotado para la política, entró en el círculo del emperador Constantino al cual quería convencer para que se hiciese cristiano. Constantino era hijo de Constancio Cloro, uno de los cesares de la tetrarquía que gobernaba en Roma, Cuando murió Constancio Cloro, sus tropas proclamaron emperador a Constantino en la actual ciudad de York. Durante 20 años Constantino combatió a los demás miembros de la tetrarquía, eliminándolos hasta convertirse en el único emperador en el año 326.

Osio sufrió las últimas y más grandes persecuciones a los cristianos. El emperador Diocleciano, miembro de la tetrarquía entre los años 284 y 305, estaba preocupado la subida del número de cristianos en el imperio, si en el año 250 había 1,1 millones de cristianos, en el año 300 ya eran 6 millones, el 10% de la población total del imperio y ya no se escondían ni estaban mal vistos por el resto de la población, de hecho llegaron a levantar iglesias más grandes que algunos palacios imperiales. Durante el mandato de Diocleciano hubo varias persecuciones contra los cristianos donde perecieron miles de personas entre ellas Santa justa y Rufina las patronas de Sevilla. Su idea era volver al paganismo, adorar a los dioses más antiguos como Júpiter o Saturno, así que el 23 de Febrero de 303 publicó el “edicto contra los cristianos”, quería acabar con el cristianismo de raíz ordenando la destrucción de las iglesias y todas sus escrituras. A los cristianos se les pediría que hiciesen un sacrificio de un animal a una deidad como prueba de su renuncia a la religión, en caso de que se negasen serian quemados vivos.

Estas persecuciones no doblegaron a los cristianos, que cada vez aumentaban en número y ascendían en la escala social. Constantino vio la oportunidad de verse como el libertador de cristianos, atrayendo a muchos a su causa. Osio, mientras tanto, organiza el concilio de Elvira, en la actual Granada, el primer concilio de la península ibérica, Donde acuden obispos de toda la península para reforzar el cristianismo en la región. Los años siguientes son de calma, muere Diocleciano y el peligro a nuevas persecuciones, Constantino, tras una visión antes la batalla del Puente milvio (312), cambia sus estandartes imperiales bajo el signo del sol por otros con signos cristianos, tras la victoria Constantino se hace con el poder en el imperio romano de occidente, quedando licinio en el de oriente. Osio se reúne con Constantino y le convence para terminar con las persecuciones y que organice un edicto para legalizar a los cristianos. Al año siguiente se reúnen ambos emperadores en el edicto de Milán, estableciendo la libertad religiosa en todo el imperio, Osio acompaña y asesora a Constantino. Al volver a Roma, Constantino dona un palacio que perteneció  a Diocleciano, el perseguidor de cristianos, para que levanten una iglesia, la basílica de San Juan de Letrán, en 324 otra Basílica en la colina vaticana, la basílica de San Pedro, actual sede de la iglesia católica y en 326, crea en Jerusalén la iglesia del Santo Sepulcro.

La legalización de la iglesia no termina con las persecuciones religiosas, si no cambian de bando, en el año 314 los cristianos inician su primera persecución contra los paganos y durante los siguientes años miles de paganos fueron asesinados por los cristianos  prohibiendo en 319 la construcción de templos paganos y la destrucción de sus deidades. Constantino crea las primeras leyes de corte cristiano como el descanso dominical o la celebración de la pascua, también prohíbe otras como la crucifixión. Aparte de estas leyes promulgó otras curiosas como la prohibición de secuestrar niñas.

El cristianismo avanzaba tanto como empezaron las disputas entre dos facciones, La de Arrio que negaba la divinidad de Jesucristo y la de San Atanasio que defendía la Trinidad. Constantino ordena a Osio que organice un nuevo concilio para terminar con las disputas. Este concilio se celebra en Nicea(325), reconociendo la doctrina Trinitaria como creo oficial de la Iglesia. Osio es el que escribe este texto llamado credo niceno. La facción arriana no se rinde y cada vez tiene más adeptos, creando disputas entre los cristianos. Constantino envió al exilio a Arriano y sus seguidores, pero poco después pudieron regresar. En el año 335 en el sínodo de Tiro, los arrianos influyeron en el emperador para desterrar a Atanasio de Alejandría, el principal enemigo de Arrio, el cual estaba dispuesto a hacer las paces con el emperador y reintegrarse en la iglesia en el sínodo de Jerusalén que se celebraría en 336, pero murió por el camino tal vez envenenado. Uno de los seguidores de Arrio, Eusebio de Nicomeda, pariente lejano de Constantino fue el que bautizó al emperador antes de morir. Eusebio usó su influencia en la corte y en el siguiente emperador, Constancio II, para imponerse en la iglesia cristiana. Durante los años siguientes el nuevo emperador favoreció a los arrianistas hasta el punto de obligar al obispo Osio en el año 355 a condenar a San Atanasio y el dogma de la Trinidad, y obligarle a abrazar el arrianismo. Osio se niega y es desterrado a Sirmio, en la actual Serbia, donde fallece a la edad de 101 años.  Aunque vencido por los arrianos, elevó al cristianismo a religión mayoritaria del imperio, su trabajo fue indispensable para ello, escribiendo el credo niceno, que los arrianos intentaron erradicar tras su muerte, pero fallaron en su intento al declararse en 380 en el edicto de Tesalónica el cristianismo niceno religión oficial del imperio gracias a otro andaluz, el emperador Teodosio.